miércoles, 19 de septiembre de 2012

Bishop

Por fin, llegamos al viaje de cumpleaños de Sandra, que emprendimos el sábado, 18 de agosto. 

No nos levantamos especialmente pronto, pero algo más de lo normal y salimos camino de Bishop, nuestra parada intermedia antes del lago Tahoe. Decidimos ir a este pueblo, básicamente porque Sandra, no quería pasar el comienzo de su cumpleaños en el coche, y como aquí las distancias son bestiales, el viaje del tirón al lago, eran más de ocho horas. Así que vimos que Bishop quedaba más o menos a mitad de camino, y que podría resultar un sitio curioso.

Llegamos más o menos a mediodía (española, es decir sobre las 15:00) tras una breve parada para echar gasolina a mitad de camino. Tras hacer el check-in en nuestro motel (Mountain View) que también resultó ser bastante genuino, incluido el personal. Al principio nos atendió un chavalote, de unos 18 años que debía pesar 200 kilos, parco en palabras y bastante paradete, pero en seguida vino una señora, como india, que dudo que fuera su madre, para indicarnos la habitación y cobrarnos con ligereza. Pese a que le dijimos que viajábamos con perro, no sólo cuando hicimos la reserva, sino también en un segundo mail confirmatorio y también de palabra cuando llegamos, no nos lo cobraron.

Hicimos una bajada breve a Ada por los alrededores y la dejamos en la habitación, que estaba muy bien para ella porque tenía el baño con una especie de hall, con lo que era perfecto para que no llenara las moquetas de pelos y de paso, también para que la alergia de Sandra no sufriera de más. Después nos dirigimos a buscar algún sitio para comer. Acabamos en un mexicano, bastante tarde, para variar, en el que nos pusimos hasta arriba y eso que pedimos raciones pequeñas. Como uno ya está un poco mayor, las comilonas en mexicano se dejan notar en las digestiones, así que decidimos ir a dar un paseo por Bishop con el fin de conocerlo y de paso buscar un sitio para comprar algo parecido a un pastel de cumpleaños. De hecho este cumpleaños de Sandra fue de lo más curioso, porque lo empezamos a celebrar ese mismo sábado a las 15:00, ya que en España eran las 0:00 del 19. Es decir, fue el cumplaños más largo de su vida, ya que iba a durar 33 horas.

Bishop resultó ser bastante curioso, y durante el paseo vimos que el pueblo estaba bastante surtidito de negocios, y también de pastelerías, con lo que entramos en la que mejor pinta tenía y realizamos la operación pastel.


La pastelería en cuestión. Muy bonita ella.
Después del paseo y de comprar un estupendo pastel de chocolate, bastante baratito, por cierto, volvimos al motel para hacer una pequeña fiesta de cumpleaños, que para eso en España era día 19. Ya llegando, nos sorprendió una pequeña tormentilla que nos dejó un bonito arcoiris de recuerdo.


El mencionado arcoiris
Las compras en el chino dieron mucho juego para ambientar la fiesta, y Ada, con sus dos gorros, también. Tras hacer un poco el tonto, grabar un vídeo, acordarnos de los españoles ausentes, y cantar un poco, Sandra sopló las velas e hicimos la ceremonia de entrega de regalos, que fue un éxito (creo).
La perra, plenamente integrada en la party.
Por la noche, como nos habíamos puesto hasta arriba con el mexicano y por la tarde con el pastel, no hubo cena, pero sí unas cervecitas en el pueblo, que por cierto estaba muy animado.

Probé una cerveza del lugar por error, mega-amarga. Pésima. Tras los brindis pertinentes y un rato de baruzo en pueblo tipicamente yankee, dimos por finalizado el día en Bishop.

A la mañana siguiente emprendimos el camino al lago Tahoe, desayunando en el motel, que para uno que lo incluye... El desayuno era bastante malillo, pero nos sirvió para ponernos en marcha.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Preparando el viaje al lago Tahoe

Aquí ando, día 14 de septiembre, aprovechando un rato muerto del día, para dar otro empujón al blog. Ahora mismo tengo puesta la TV, que están jugando LA Galaxy y van ganando 2-0 a no sé quién... La verdad es que el fútbol aquí definitivamente está a otro nivel, nada que ver con Europa.

Me remonto a hace casi un mes para seguir dejando constancia de nuestras andanzas por aquí, al 17 de agosto, viernes.

Ese día, había quedado con los de DHL para recoger el paquete misterioso que había enviado Ana Merino. Como ese día Sandra no tenía curso, se vino conmigo, pero no le dije de quién era el paquete, para que tuviera un poco de misterio el tema.

El DHL en cuestión lo encontramos con bastante facilidad y el trámite fue muy rápido y sin complicaciones ¡Al fin tenía el paquete en mis manos! La verdad es que andaba bastante preocupado, ya que me sentía responsable de recibirlo y la cosa se estaba complicando bastante. También pensé que con lo fácil que había sido finalmente la gestión, lo difícil que había sido el proceso. De todas formas, este tipo de cosas me pasan a menudo con las agencias de transporte. No es la primera (ni será la última) vez que voy a recoger yo el paquete a sus almacenes.

Tras la gestión, Sandra fue a la aventura de encontrar una peluquería que la convenciera y yo mientras me quedé en casita haciendo relaciones públicas. Ese día también teníamos que ir a nuestro rent-a-car, porque querían revisarnos el coche para el viaje. La verdad es que Sandra tardó un huevo en hacer sus gestiones (lógico por otra parte) y tras elogiar su nuevo look realizado al parecer por una estilista muy histriónica (como la mayoría de la gente de por aquí, y más si es estilista), nos fuimos camino del rent-a-car. Habíamos quedado a las 16:00 con ellos, y a las 16:00 clavadas estábamos allí, pero como los californianos son un poco informales (muy poco anglosajón, por cierto), el rent-a-car estaba cerrado todavía. El tema no nos preocupó demasiado, ya que no habíamos comido y había un poco de hambre. El día anterior, previendo el tema, había buscado algún sitio auténtico para tomar una hamburguesa mientras nos revisaban el coche. Al final fuimos a uno realmente cerca del rent-a-car y bastante genuino llamado Norma's Restaurant. Como aquí la gente come a todas horas, no tuvimos ningún problema en que nos dieran de comer a esas horas. Efectivamente el sitio era bastante americano, aunque atendido plenamente por mexicanos. Como no queremos hablar español, aun sabiéndolo, nos dirigimos a ellos en nuestro inglés albaceteño. Lo bueno del sitio, es que además, se veía nuestro rent-a-car, con lo que en cuanto ví que abrieron, me di una carrerita para dejarles las llaves. Esta calle, por cierto, me parece genuinamente de LA, parece que estás metido en el videojuego de GTA.

La calle del rent-a-car me recuerda mucho a las de este juego
Nos comimos una hamburguesota como Dios pintó a Perico, eso sí, bebiendo agua, que en muchos restaurantes aquí no tienen licencia para vender alcohol, que parece que les encarece mucho el tema. 

Finalmente, nos dijeron que el coche necesitaba una revisión y que nos iban a dar otro para hacer el viaje al lago Tahoe, en concreto un Toyota Corolla Sedán. Les dijimos que no teníamos problema en llevar al perro en los asientos de atrás, pero que nos preocupaba que no fuera legal. Curiosamente, en materia de transportar a los perros, aquí son mucho más laxos que en España, y nos dijeron que no nos preocupáramos por eso, que aquí se podía llevar al perro ahí sin problemas. Por nuestra parte les tranquilizamos diciéndoles que pondríamos una colcha para que no quedaran los asientos regados de pelos, y aquí paz y después gloria. Nuestro tercer coche en algo menos de tres meses aquí. Este era automático, pero con menos extras que un Seat Panda. Tras las primeras sensaciones dubitativas con el tema de la ausencia del embrague, emprendimos camino a casa, que había que preparar la minimaleta.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Universal Studios


Llegamos al miércoles 15 de agosto. Como comentaba en la entrada anterior, esta era la última semana de curso de Sandra y la previa a nuestro viaje excursión al Lago Tahoe.

No recuerdo muy bien cuándo cerramos el tema del viaje, pero sé que a estas alturas ya teníamos cerrado que a la ida lo íbamos a partir en dos, haciendo la primera noche en un pueblo llamado Bishop, y también teníamos cogido el hotel en el Lago Tahoe. Esta gestión ya la había hecho yo, para ver en cuál nos dejaban llevar a Ada sin pegas y sin darnos un sablazo.

El hecho es que la mañanita del último día de curso, la iniciamos con nuestra sesión de tenis matinal y tras llevar a Sandra y a Maurici al cole, me fui a casa, ya que Merino había enviado un paquete sorpresa para el cumpleaños de Sandra, y los de DHL habían intentado entregarlo el día anterior, pero nos cogieron jugando al tenis. Así que nos dejaron el aviso de que lo entregarían al día siguiente, y allí me quedé, haciendo guardia. Aproveché para tener algunas conversaciones por skype con la family, pero aquí no llegó ni Cristo. Por la tarde, tampoco, así que sorprendido, traté de localizar que pasaba con el envío, que gracias a que el día anterior nos dejaron el aviso, al menos tenía el número de localizador. Según lo que decía en la web el envío se había realizado pero sin éxito. Me cabreé al ver esto, aunque me imaginé que no habían conseguido acceder a la fortaleza de Camelot, probablemente, porque el manager, que trabaja menos que el sastre de tarzán, no estaría en su oficina cuando llegaran los de DHL, y en el telefonillo, lógicamente no aparece nuestro nombre. En fin, que resignado, llamé, y una bonita máquina me comunicó amablemente que llamara en horario de oficina.

El día terminó con una pequeña preocupación, que intenté mitigar con una carrerita corta dando un par de vueltas a nuestras manzanas y una visita al gimnasio camelotiense.

El jueves, me acoplé al curso de Sandra, que ese día iban a hacer visita a los Universal Studios, que sonaba muy bien. Además era su último día, y suponía que Lisa, su profesora, ese día no ejercería mucho. Este hecho ha sido el motivo por el que no me he acoplado más a sus planes extraexcolares, ya que el hecho de que la profesora ejerciera de profesora, me hacía sentir un poco fuera de sitio.

Tras esta reflexión/confesión, diré que la mañana empezó con llamada a DHL para decirles que visto que la entrega del paquete estaba siendo misión imposible, que mejor lo recogíamos nosotros al día siguiente, con lo que tras obtener los datos para realizar dicha visita, nos pusimos en marcha hacia el colleague. Este día también se vino con nosotros Maurici, que tuvo un detallazo regalándonos (él y su familia americana) dos supervinos (españoles), que por cierto, todavía no hemos catado por no haber encontrado la ocasión propicia para hacerlo.

Como el día se presentaba largo, le manifestamos nuestra preocupación a Lisa por la hora de vuelta, ya que a lo mejor, sería mejor que nosotros lleváramos nuestro coche por si necesitábamos volver antes por el tema Ada. Lisa nos dijo que lo mejor es que nos volviéramos en Metro, y que dejáramos el coche en el parking de la estación (aquí todas las estaciones de Metro tienen parking gratuito, para fomentar su uso). Así lo hicimos, dejamos el coche en la estación de Culver City pero en el viaje de ida, fuimos con todos, ya que Lisa llevaba una camioneta en la que cabíamos todos.

Tras una paradita en Starbucks, pusimos por fin rumbo a los estudios. Cuando estuve en Florida en el 1993 también estuve en los estudios de Universal allí, y entonces la mejor atracción era la del coche de Regreso al Futuro. Tenía bastante curiosidad de cómo había evolucionado el tema en estos casi 20 años.

Los estudios estaban bastante llenos de gente y hacía bastante calor, pero Lisa, que está acostumbrada a realizar la visita nos llevó con bastante diligencia. La principal atracción ahora era la de Transformers, que aunque la película, evidentemente, es una auténtica gilipollez, la atracción fue de lo más espectacular. La idea básica no difería mucho de la del coche de Back to the Future, pero lógicamente, ¡los medios han cambiado una barbaridad!

Con Maurici, en la entrada de los estudios Universal
Te montabas en una especie de coche, igual, pero ahora, con gafas 3D, y con un escenario gigantesco. La sensación de aceleración, de velocidad, de freno, de caída estaban conseguidas increíblemente y además, el hecho de ver las cosas en 3D le daban el toque casi definitivo. Y digo casi, porque además, se han currado efectos reales, como que cuando algo te salpicaba en la pantalla, te salpicaba de verdad con un mecanismo de aspersion de agua, o cuando te pasaba un misil cerca, sentías el calor en la cara. ¡Totalmente recomendable!

No voy a repasar con detalles todas las atracciones que vimos, tan sólo las enumeraré para que quede constancia posteriormente, que lo mismo me hace ilusión... 

Después de Transformers, estuvimos en la de la Momia (una montaña rusa en la oscuridad, molona, pero muy corta), en Jurasic Park (muy currado el escenario y los dinosarios, la caída final, con mega-remojón incluído, también bastante impresionante), también estuvimos en una casa del terror (atracción estresante, porque no sabes cuando te van a dar el susto, aunque sepas que es un actor, el susto, te lo llevas). Después nos fuimos a comer y por la tarde estuvimos haciendo el tour por los estudios, que también hice en el 93, pero que de nuevo, ha cambiado bastante. En este tour, había una inmersión 360º y 3D de la pelea del último King Kong (de Steven Jackson) con los dinosarios. Sencillamente impresionante, de nuevo, cuando interactuaban con el trenecillo donde íbamos montados, se sentían de verdad los empujones y agarrones que estabas viendo alrededor. Además en este tour, simulaban un terremoto/inundación en una estación de metro (también espectacular, sobre todo, la entrada del agua), y como último punto muy a destacar, el escenario del avión estrellado de la película la Guerra de los Mundos. 

El escenario del avión estrellado de la Guerra de los Mundos
Después de esto, todavía nos dio tiempo a pasar por la película de Shrek, también en 3D y con efectos en la butaca, pero muy lejos de lo vivido anteriormente. Nos quedó pendiente la de los Simpson, la de Waterworld y una de FX, pero se nos estaba haciendo tarde y todavía nos quedaba la aventura de volver en Metro.

Así que nos despedimos del personal y nos pusimos camino de vuelta a CasaCamelot. La verdad es que ese día nos cundió un huevo, porque tras la hora de camino en Metro y coche hasta casa, cuando bajamos a la perra, nos acercamos al Marshall que tenemos al lado y aproveché para comprar una camiseta jinchera sin mangas, porque estos días estaba haciendo mucho calor y con el tenis, estaba sudando la gota gorda.

Para acabar el día, nos tomamos unas cervecitas en un restaurante japonés cutrillo que tenemos al lado de casa, pero que tiene terraza, y en el que aprovechamos para conocerlo, ya que teníamos a la perra con nosotros. El sitio, no nos convenció demasiado (los maki rolls que pedimos estaban aceitosos y la cerveza no muy fría), pero siempre es una alternativa para ir andando con la perra.

BBQ,s week


¡Voy a ponerme al día como me llamo Rigoberto! (la verdad es que como no estoy muy seguro, de momento, no me voy a jugar el nombre)

El viernes 10 de agosto (hace más de un mes desde el día que escribo) preparamos una barbacoa en Camelot con Luis y Anj. Era nuestra primera vez que hacíamos uso de la barbacoa y andaba un poco mosca por si los vecinos se ponían pesaditos por cualquier motivo, sobre todo por el hecho de beber cerveza.

La cosa salió muy bien, estuvimos solos, pudimos beber cerveza sin problemas (estaba -increíblemente- permitido), y como la carne aquí es muy buena, y Luis está hecho un maestro de las barbacoas, estaba todo muy bueno. Tanto es así que nuestro plan inicial de terminar la tarde en la pisicina (que está a 5 metros de la barbacoa) tuvo que ser abortado porque se nos empezó a hacer de noche y comenzó a hacer un poquito de rasca. Así que finalizamos la tarde dando un paseito por nuestro parque (como siempre, me cabreó el hecho de no poder llevar a Ada) y tras otra charla allí dimos por finalizado el encuentro entre otras cosas porque los mosquitos empezaron a atacarnos sin piedad.

Como no era muy tarde, Sandrita y yo nos tomamos la última en la terracita de la casa, otra zona escasamente usada, pero en la que se está muy bien.

Llegamos al fin de semana, que para nosotros, lo único que significa es que los sitios de visita están más llenos. Qué maravilla el tener esta sensación. Ese sábado, una de las profesoras del curso de Sandra, nos invitó a ir a su casa, con la idea de hacer una barbacoa (sí, dos barbacoas seguidas, ya se sabe que la vida es una cuestión de rachas). Así que tras jugar un poquito al tenis para ganarnos la comida, pusimos rumbo a casa de Karen (así se llama la profesora). Nos llevamos a Maurici, un compañero de curso de Sandra muy majete que estaba residiendo con una familia americana muy cerca de Camelot.

La barbacoa al final no fue tal, ya que todos los que fuimos llevamos comidas de nuestros paises (en teoría) y claro, con esto ya comimos de sobra. Nosotros, como no podía ser de otra manera, llevamos dos tortillas españolas, una con cebolla y otra sin, que tuvieron bastante éxito, por cierto.

Después de la comida, al estilo americano informal, de pie, en la cocina, alrededor de la barra, estuvimos un rato haciendo el chorra en la piscina y hablando un poco con el resto de compañeros de Sandra. Ese día conocí al que me faltaba, un francés llamado Habib que resultó ser bastante majo, aunque no muy hablador.

La verdad es que esa barbacoa la organizó Karen porque su compañero de piso era un actor de la película "Viven" llamado Vicent Spano con el fin de tener una especie de sesión monográfica sobre la película, que ellos estuvieron viendo durante la semana. Yo como la vi hace mil años, la verdad es que no me acordaba mucho, y menos del papel del hombre en cuestión, así que me quedé un poco al margen de la conversación.

El tal Vincent resultó ser bastante agradable y cercano, y la conversación fue interesante. Me acordé de mis amigos relacionados con el mundo del cine, que habrían apreciado mucho más que yo este encuentro.

A una hora prudencial abandonamos la casa y nos fuimos a Camelot, que Ada no entiende de vida social ajena y tiene que cubrir sus necesidades (como todo hijo de vecino) pasadas unas horas.

El domingo, hicimos un plan más localcito y controlado. Visita a nuestra playa un rato, comida en casa y por la tarde, intentamos ver la lluvia de estrellas, que aquí todos los medios de comunicación estaban anunciando con bombo y platillo. Fuimos al parque secreto de la perra y tras estar allí un buen rato tirados en el césped tratando de localizar alguna estrella fugaz, decidimos dar por abortado el plan con el resultado final de treinta y cinco aviones y cero estrellas fugaces. Vamos, fracaso total.

El lunes comenzó con nuestra sesión de raqueta y yo realizando recaditos matinales mientras Sandra iba a su curso. El día no tuvo mucho de destacado, mas que por la tarde, intenté probar una nueva funcionalidad de mi reloj GPS para correr: los trayectos. Básicamente consiste en que dibujas el trayecto que vas a seguir en un mapa y luego el reloj te va indicando por donde tienes que ir para seguirlo. El resultado fue de fracaso, porque al principio, no cogió bien los satélites, y por tanto, en ningún momento me llevó pr el trayecto planeado. Con un poco de frustración, hice una carrera un tanto improvisada que comparto aquí.

Llegamos al martes, 14 de agosto. Esta semana era la última del curso de Sandra y ese finde, lo íbamos a pasar en el Lago Tahoe con motivo del cumpleaños de la niña. Así que tras una sesión matinal de tenis y tras dejarla en el cole, me dediqué a realizar preparativos secretos para su minifiesta de cumpleaños. Qué mejor que visitar un chino para comprar mil chuminadas para dar ambiente. Por supuesto, también hice alguna visita a alguna tienda de más calidad, para hacerla algún regalo decente.

Por la tarde, como es costumbre los martes, fuimos al cine. En esta ocasión, al ser la última semana, se vino Maurici con nosotros, y nos animamos a ver por fin la de Batman. Nos daba un poco de respeto el ir a ver esta peli, ya que nos apetecía mucho verla, y queríamos enterarnos de algo.

La verdad es que entre que Christian Bale habla un poco pijo, que cuando está caracterizado de Batman tiene la voz distorsionada y que el malo, llevaba una máscara que también le distorsionaba la voz, la verdad es que no nos enteramos mucho. Menos mal que nuestras espectativas de entendimiento no estaban muy altas, porque si no, habría sido bastante frustrante. La peli, a mí me moló bastante. Muy espectacular y la chiquita que hace de Catwoman, más. Decía Sandra que hasta a ella le había gustado...

Como fuimos con Maurici y además la película fue bastante larga, nos fuimos directos a casa, sin pasar por el Kabuki, así que nos montamos una cena japonesa en casa, con edamame que me había regalado Mie y makis que habíamos comprado. No fue lo mismo, pero ¡no estuvo mal!