martes, 2 de octubre de 2012

Lago Tahoe (II)


Amanecimos el día 21 de agosto, nuestro último día en el Lago Tahoe, de nuevo con el desayuno en el buffet del hotelito, tomando el sol mañanero en la terraza. Probamos unos panes redondos que tienen aquí de cuyo nombre no me acuerdo, que estaban bastante buenos tostados.

Después, habíamos pensado hacer una de las muchas rutas que hay alrededor del Lago, y decidimos intentar rodear el Fallen Leaf Lake, que parecía que era una ruta bonita y a la vez asequible.

Encontramos el inicio del sendero sin demasiados problemas y comenzamos a seguirlo, haciendo primero una visita al lago en sí, donde Ada, decidió darse su primer baño.
El sendero del lago Fallen Leaf (el lago de la hoja caída. Todo suena menos glamouroso traducido)
Tras seguir el sendero un rato, nos dimos cuenta que la ruta, en realidad acababa en la carretera, cosa que no nos dio la gana hacer, con lo que improvisamos siguiendo por los senderos más próximos al lago. Entre otras cosas nos metismos por varias propiedades particulares, pero sin incidencias. Finalmente acabamos de nuevo en la carretera, y tras seguirla un rato, nos dimos cuenta de dos cosas: 1) Seguir el camino por la carretera era un auténtico coñazo porque no paraban de pasar coches 2) No había forma de rodear el lago, no había camino ni carretera que lo hiciera. 3) (Ya sé que no había tres, pero se me acaba de ocurrir) Rodear el lago, en cualquier caso sería una ruta demasiado larga.
Ada, disfrutando del baño en el lago de la hoja caída
Así que tras andar un rato por la carretera decidimos dar la vuelta y volver por donde habíamos venido (más o menos) de forma que hicimos una decente ruta de unos 10kms, y de paso no nos desfasamos demasiado con la hora.

Como era el último día que íbamos a pasar en el Lago, comimos algo rápido y ligero para salir del paso en un mini pueblo llamado Camp Richardson. Por cierto que mientras comíamos el sandwich de ensalada de pollo, que fue todo un timo, vimos el pájaro de la película de K-Pax, que en España tradujimos como azulejo.
El azulejo en cuestión
Tras el refrigerio, nos pusimos rumbo a la otra playa recomendada que admitía perros, la playa de Kiva donde pasamos la tarde y vimos la puesta de sol mientras Ada se daba mil baños persiguiendo pelotas, frisbis o lo que hiciera falta.
La playa de Kiva, tras la puesta de sol
Antes de que se nos hiciera de noche, volvimos al coche y nos dirigimos al hotel. Esa noche, preguntamos en nuestro hotel por un restaurante para terminar nuestro viaje y nos recomendaron el Friday's Station situado en la azotea del hotel Harrah's, un megahotel casino, aprovechando que en la zona se encuentra la frontera del estado de Nevada (donde se encuentra Las Vegas), y por tanto entiendo que la regulación del juego es más favorable que en California.

El restaurante nos gustó mucho, y la localización era impresionante, aunque nos tocó una noche oscura (sin luna) y apenas se veían las vistas del lago. Una pena. La comida fue muy buena, pero no llegó al nivel del día anterior, siendo además algo más cara. Pero bueno, la experiencia fue buena y sólo se vio empañada por la comparación con el Evans, que fue mucho Evans.

Tras la cena, y para cerrar el apartado lúdico, nos volvimos a pasar por el pub del día anterior, dónde había de nuevo música en vivo, y de nuevo, estaba el mismo espontáneo del día anterior haciendo como que acompañaba con la batería (batería por decir algo, porque lo que tenía el paisano era una especie de caja con dos palillos, que no se oía nada, pero que por otro lado, supongo que sería la única forma de que los que tocaban de verdad no le dieran una patada en el culo).

Tras esta última parada, vuelta al hotel y reecuentro con el colchón blando, que me dejó la espalda hecha un ocho. Esa noche dormí de lado, en la llamada posición fetal y la verdad es que al día siguiente me levanté algo mejor.

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