¡Cómo pasan los días... cómo aviones!
Te despistas un poco, y resulta que llevas días y días sin escribir, teniendo todo el tiempo del día disponible. Es increíble cómo va cambiando el concepto y el valor del tiempo según te vas haciendo más mayor.
Como tengo un retraso importante en el blog y ya también estoy asumiendo (por fin) que esto de escribir todos los días es como la tarea de Tom Cruise (Misión Imposible), voy a ver si cuento un poco lo que ha resultado relevante desde mi última entrada.
Estamos a finales de agosto (hoy es 24) y me remonto a nuestras andanzas al día 2. Ese día estuvimos saldando cuentas con Malibú, tras nuestra última y penosa esperiencia por allí. Este día teníamos que conseguir hacer un plan de ruta y playa. La ruta fue por Corral Canyon y como se me olvidó llevarme el GPS, recogí la ruta con la aplicación de Google de My Tracks que, la verdad es que está muy bien como sustitutivo.
La ruta era bastante seca, como es normal a estas alturas del año y nos hizo algo de calor, pero soportable. Como quiera que no fue muy larga y que en el camino de vuelta las vistas fueron bastante chulas, la sensación que tuvimos es que mereció la pena.
Acabada la ruta, nos tomamos un pescadito (la ya famosa Tilapia) en un garito de carretera que estaba al lado del comienzo y fin de la ruta (Malibu Seafood), y en el que pudimos apañar a Ada en la terracita. El sitio, ni fú ni fá, pero hizo su función, aunque no tenían cerveza... (nos tomamos el placebo de la sin alcohol, gracias a que Sandra se dio cuenta de que al menos tenían esta).
Ruta por Corral Canyon. |
Después del refrigerio, nos dispusimos a encontrar la playa de Escondido, esta vez me había documentado mejor visto el desastre de la vez anterior. Aparentemente, el acceso estaba en Escondido Beach Rd, pero tras recorrérnosla entera (era una calle privada), no había acceso a la playa de ninguna manera. Deshicimos nuestros pasos y entramos por una puerta que vimos que tenía trasiego de gente. En la playa decía que no estaban permitidos los perros, pero como vimos varios, hicimos caso omiso esta vez al cartel. Caminamos un poco hacia el norte por la playa, y efectivamente, estaba plagada de perros ¡Habíamos encontrado Escondido al fin!
En la playa de Escondido, al fin encontrada. No hay que jurar que tenía bastantes algas |
Pero bueno, hice de tripas corazón para seguir con la terapia de baño de Ada, y me metí en este mar tan poco apetecible, para ir quitándole el miedo a la perrita.
A la perra, las algas, ciertamente le dan bastante igual, ella tenía su cruzada con las olas, que es lo que realmente le acojona. Sandra, en esta ocasión, decidió seguir los toros desde la barrera. Este día, desde el punto de vista de la terapia de la perrita fue todo un éxito, ya que conseguí que se metiera e incluso que nadara, pese a las olas, las algas, las medusas, la arena... En fin que la jornada de playa se saldó perdiendo un frisbi (increíble, lo tiré, se lo tragó una ola y desapareció) y con unos puntitos más de confianza de Ada para con el mar.
Decidimos poner rumbo de vuelta a casa, que ese día jugaba el Real Madrid contra el equipo local, Los Ángeles Galaxy, el primer (y único) partido que he visto en horario vespertino.
Tras el partido, pusimos fin al jueves con bastante buen sabor de boca. También el Madrid cumplió su parte, paneando a los paisanos por 5-1.
Decidimos poner rumbo de vuelta a casa, que ese día jugaba el Real Madrid contra el equipo local, Los Ángeles Galaxy, el primer (y único) partido que he visto en horario vespertino.
Tras el partido, pusimos fin al jueves con bastante buen sabor de boca. También el Madrid cumplió su parte, paneando a los paisanos por 5-1.
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