viernes, 31 de agosto de 2012

Garrapatas y baseball

Llegamos al viernes 3 de agosto (hoy, es día 30, cumpleaños de Yago y de Lilahexe. 'Sólo' llevo 27 días de retraso con el blog, y eso que no tengo más obligaciones que las caseras y las que me impongo para avanzar con el inglés).

Ese viernes, amanecí viendo algo sospechoso en el cubículo de Ada. Desde lejos me parecía una garrapata, pero me extrañó que estuviera en el suelo. Efectivamente, era una garrapata, y estaba caminando por la alfombra, con lo que supongo que el collar antiparasitario que lleva Ada hizo su efecto. Tras pisarla con todas mis ganas y darme cuenta que la tía seguía viva, la cogí con un papel y la tiré al WC, donde también nadaba tan ricamente. Hay que ver lo duros que son estos putos bichos. Confiando en que fuera la única y que si no, el collar haría su función, nos fuimos a darle a la raqueta.

Este día, además, Sandra tenía actividades extra-excolares, consistentes en ir a ver un partido de los Dodgers, a la cual me uní encantado. Todo lo que sea ver deporte en vivo, me mola.

Previamente al partido, estuvimos comiendo con su grupo en un restaurante etiope, ya que una de las compañeras de Sandra, era de allí (de Etiopía, no del barrio donde estaba el restaurante) y nos quería enseñar sus costumbres gastronómicas. El restaurante nos gustó bastante y también nos pareció bastante genuino, ya que no nos pusieron cubiertos, sino siguieron el estilo de ellos, que parece ser que es comer con los dedos siempre acompañado de un pan blando, al estilo de un crep.

Tras la comida, nos tomamos un café en una franquicia estilo Starbucks y nos dirigimos al estadio de los Dodgers, que jugaba contra los Cubs de Chicago, no sé muy bien el qué. La temporada de baseball es larguísima y me parece que el partido que vimos era del final de la fase regular, pero no decisivo para nada.

El campo de los Dodgers es bastante espectacular, aunque acostumbrado al Bernabéu, me pareció un poco 'pequeño' (la capacidad de este estadio, me informé que era de 55.000 personas, aunque a mi me pareció más pequeño)

Aquí estamos Sandra y yo en el campo de los Dodgers, momentos antes de empezar el partido.
Era mi segundo partido de baseball en vivo, ya que en el 93, cuando estuve con mi primo Arturo en Florida, fui a otro de los Marlins de Miami con mi familia por parte de madre que vive allí (envío desde aquí un recuerdo muy afectuoso para todos ellos ya que son unas personas estupendas). Para los que no hayáis visto nunca baseball, os diré que es un deporte de lo más curioso y bastante alejado de lo que se ve en las películas. Para empezar: No la dan CASI NUNCA. Esto puede parecer una exageración pero el mejor bateador del equipo local, que tenía una musiquita propia cada vez que le tocaba batear, no llegaba al 35% de acierto. Segundo: Me parece un deporte mal pensado. Sé que un europeo, que no tiene ni idea, no debería decir esto, pero me explico... Las pocas veces que le dan a la bola, le meten un estacazo que da gusto verlo, pero si la pelota cae dentro de los límites del campo SIEMPRE la coge el equipo defensor al vuelo, lo que significa eliminación directa del bateador. Sin embargo, y aquí está la paradoja, si la dan un poquito más fuerte, la pelota se sale fuera del campo (cae a la grada) y eso supone que el equipo bateador haga carrera con todos los jugadores que estuvieran en ese momento en las bases (normalmente ninguno, he de decir). Es decir, la diferencia entre el éxito total y el fracaso estrepitoso del bateador, puede estar en 5 centímetros, los que separa la valla del campo con la grada. Por último y ya dejo el temita del béisbol, es un deporte que prima muy poco el estado físico y mucho la precisión, por lo que hay bastantes jugadores entrados en kilos, lo que no dice mucho de un deporte de élite.

En fin, que ese día tuvimos suerte, y al menos vemos 6 carreras en total (ganaron los Dodgers 5-1).

Otra cosa que me sorprendió mucho en su día, es lo deportiva (o quizá poco emocional) que es la afición aquí comparada con España. La primera vez que fui a ver el béisbol, el equipo local, los Marlins, perdieron, pero la gente salía del estadio contenta, o al menos, nada afectada por que su equipo hubiera perdido. Vamos igualito que cuando el Madrid pierde en el Bernabéu (o incluso fuera) que salimos todos sin ganas de cenar y con el ánimo tocado para unas cuantas horas/días.

En fin que después de la experiencia del partido, que por cierto, son larguísimos (entre lo poco que la dan, y que son 9 turnos -inners- los partidos se eternizan), pusieron en el campo unos fuegos artificiales, que no tuvieron nada que envidiar a los del 4 de julio, es más, fueron mejores, ya que los vimos cómodamente sentaditos y sin cabezas delante. Además yo creo que duraron más...

Como se hizo tardísimo, la experiencia no dio para mucho más que volver a casa tras unos debates sobre el sistema educativo en USA con los rusos y la etiope (estudiantes aquí) en la furgoneta, mientras esperábamos a Mie (la japonesa) que había olvidado que los seguratas le habían requisado su termo de diseño a la entrada del partido y tuvo que volver a por ella (sin éxito, por cierto).

Una experiencia más. Tengo ganas de ir a un partido de Football y a otro de basket antes de volverme a España.

2 comentarios:

  1. Si llegamos a perder contra el Barcelona en el partido de vuelta de la supercopa, sobre todo después de ver la primera parte, la depresión me dura hasta octubre. No tengo nada de norteamericano.

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    1. Ya te digo Sasete... Es que estos americanos son muy happies...

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