martes, 31 de julio de 2012

Japanese with japaneses

Tras una nueva semana sin escribir, aquí me encuentro, de nuevo, enfrentado a la pantalla del ordenador para seguir dejando constancia de nuestras vivencias a este lado y medio del charco.

La cosa se quedó en la desventura de Malibú del sábado 21 de julio, así que el domingo, nos lo tomamos con más calma, pretendiendo hacer planes más controlados.

Así que el domingo por la mañana lo dedicamos a hacer nuestros deportes locales y luego quedamos con una compañera japonesa de Sandra para, en teoría, tomar el aperitivo, que es un concepto muy laxo para Sandra y que por supuesto la japonesa (Mie, es su nombre) no entiende (a mí, de hecho me cuesta todavía entenderlo también).

El hecho es que quedamos con ella a una hora indeterminada en un sitio indeterminado de Culver City, y como llegamos antes, nosotros lo decidimos. En realidad, el que habíamos decidido estaba petado, y precisamente, un restaurante japonés de al lado, tenía sitio en la terracita. Decidimos tomarnos una cervecita allí, mientras esperábamos y cuando llegara Mie, como suponíamos que querría NO comer en un japonés, pues ya cambiábamos de sitio.

El hecho es que el japonés (de nombre Kaizuka), en cuestión estaba en la hora feliz (a eso de las 15:30) y las cervezas estaban a 2$, dato que a la postre resultaría clave. Así que mientras esperábamos a Mie pedimos un par de cervecitas y de acompañamiento, el descubrimiento que he tenido aquí de los japoneses, edamame. De hecho, fue este día cuando aprendí el nombre de estas megajudías verdes japonesas, que me encantan.

Al rato llegó Mie acompañada de otro chaval oriental que resultó ser su hermano y de cuyo nombre no me consigo acordar (y me da rabia, porque pasamos toda la tarde juntos).


Como los japoneses son de trato muy fácil, no tuvieron ningún inconveniente en el sitio y allí nos quedamos los cuatro, bebiendo Sapporo de barril a 2$. La verdad es que de esta tarde guardo muy buen recuerdo por varios motivos. El primero y principal, es que verdaderamente los dos hermanos nos cayeron muy bien, y aparte eran de lo más agradecidos; con cualquier idiotez que decíamos se partían de risa. La segunda es que el restaurante nos gustó mucho, con lo cual, como cogimos la hora feliz completa, estuvimos varias horas (hasta las 19:30 si no recuerdo mal), bebiendo cervecitas muy baratas (a precio de España), y comiendo edamame y algo de sushi. Nos echamos unas risas e hicimos propósito de repetir, ya que todos nos lo habíamos pasado muy bien. 


Por otro lado, respecto al tema del inglés tuvimos sensaciones contrapuestas, ya que el hermano de Mie lleva varios años (tres creo que nos dijo) viviendo aquí y su nivel de inglés creemos que no era mejor que el nuestro, con lo que por un lado pensamos que qué guay que debemos saber mucho y por otro, que qué mal, porque... ¿cuántos millones de años hay que estar aquí para hablar bien?


En fin, que nos despedimos muy felizmente, con unas 10 cervecitas en el cuerpo y como era pronto para recogerse, hicimos una pasadita por nuestro Tattle Tale, esperando que no hubiera karaoke.


Nos tomamos un par de cervecitas más (ya sólo Sandra y yo) comentando lo bien que nos habían caído los japos y ya nos recogimos definitivamente, un poco chispas, para qué negarlo.


Como no era demasiado tarde, esa noche me animé a tratar de hacer una paellita para comer al día siguiente, ya que excepto el colorante, me había hecho con casi todos los ingredientes para hacer una al estilo valenciano.


Fin del domingo con un poco de TV, para no variar...

viernes, 27 de julio de 2012

Un largo día por Malibú

Aquí ando, hoy día 26 de julio, tratando de poner al día el blog que no es tarea baladí.


Dejé el relato de nuestras aventuras el sábado día 21, día que decidimos hacer una caminatilla y después ir a la playa. Como esto aquí, país de reglas, no es tarea fácil, lo estuvimos planificando la noche del viernes.


Vimos que había una ruta por el cañon de Escondido y que además, estaba la playa del mismo nombre, ambos benevolentes para llevar perro. La caminata parece fácil incluso para Ada, y la playa, en teoría, es simplemente cruzar la autopista US 1. Documento la información tanto el camino como de la playa (ver apartado de Escondido Beach), para que me sirvan de prueba para lo que comentaré más abajo (también es cierto, que ahora a toro pasado, lo estoy leyendo mejor y nos podíamos haber ahorrado unas cuantas tribulaciones...)


Salimos por la mañanita rumbo a Malibú, no muy temprano para no variar, aunque sí un poco más de lo que hemos salido el resto de las veces. Lo primero que nos encontramos es un atasco importante que nos acompaña hasta Santa Mónica, y luego nos lleva despacito hasta el comienzo de la ruta. Cuando llegamos, nos damos cuenta, que esta ruta sí es popular, porque está el miniparking que da acceso petado y de hecho, están poniendo multas a los que habían aparcado mal. Preguntamos a uno de la grúa y nos dice que aparquemos en la PCH, que intuimos que se refiere a la autopista US1, que efectivamente también se llama Pacific Coast Highway. Aquí, está permitido en muchos tramos de esta autopista costera el aparcar, así son los yankees de raritos. La verdad es que Highway no es exactamente Autopista, ya que como digo, permite aparcar en algunos tramos en el arcén, tiene semáforos, hay ciclistas... eso sí, si no hay atasco, los coches van mangados, como en el resto de autopistas de la zona.


Bueno, el hecho es que aparcamos en el arcén de la autopista y emprendemos la primera parte de la ruta, que es en realidad una carreterita (Winding Way) que va ascendiendo hacia el parque de Escondido. Este día no hace calor, y como el comienzo de la ruta es cuesta arriba, tiene unas vistas bastante bonitas del Pacífico, y además, como estamos en Malibú, vemos unas mansionacas con pistas de tenis, piscina y hasta caballos. Aquí nos pega que viva Antonio Banderas, ya que vemos que en una de ella tienen una fiesta montada con música latina.


La ruta en sí misma, no tuvo mucha historia, porque era bastante cortita y muy fácil y eso sí, nos cruzamos con bastante gente, con lo que la perra esta vez sí que tuvo que hacerla atada. El paisaje era un poco más verde, con algo más de sombras y con el arroyo que la acompaña con un poco de agua. La ruta acababa en una minicatarata, que en estas épocas del año estaba un poco triste, y la poza que alimentaba, un poco estancada y por tanto, con olor  a WC en cuanto se movía un poco el agua, cosa que aquí si hizo Ada, ya que el agua, sin olas, siempre le ha molado bastante.


Tras pedir que nos hicieran una foto de recuerdo, y con Ada con un poco de olor a váter, emprendemos el camino hacia la playa muy ilusionados y contentos (ingenuos...)


El fin de la ruta de Escondido Canyon. Como se ve la poza no invita mucho...
En fin, que salimos de nuevo a la PCH, y decidimos no sé porqué, ir hacia la derecha de winding (el oeste), ya que me sonaba que en el mapa, había una bajada a la playa tanto a la derecha como a la izquierda. Como en esos momentos había un atasco monumental, no se nos ocurre coger el coche, aunque andar por la carretera tampoco es de lo más cómodo, pero es poco y no hay mucha opción.


Caminando un poco, llegamos a un semáforo y cruzamos, hacia lo que es sin duda un acceso a la playa y además a un chiringuito molón (Paradise Cove Beach Cafe) que ya conocemos del verano pasado y que está muy chulo, pero... 


Cuando llegamos a la calle de acceso al chiringito (Paradise Cove Rd) vemos que hay tres chavalotes recaundando pasta para pasar por ahí a todos los que pasan ¡ANDANDO!, porque el parking, lógicamente estaba lleno (ya he dicho que había un atasco importante por la zona). Además no cobraban precisamente poco: ¡10$ por persona! Como buenos españoles, intentamos hacernos los orejas y pasar mientras cobran a un grupo de gente, pero lógicamente nos paran y además nos dicen que no podemos pasar ni aún pagando, que no se admiten perros. Con cabreo doble solapado (por la pasta y encima por no poder ni elegir pagarla o no), preguntamos a los pollos que hemos leído que la playa de Escondido admite perros, qué dónde está. Nos dicen que está bastante lejos, en dirección oeste-norte, pero que caminando como 1,5 millas, antes está la de Point Dume (la playa de "El Planeta de los Simios" original, by the way), que sí admite perros. Este fue nuestro GRAN ERROR: fiarnos de estos mequetrefes.


Comenzamos el camino hacia Point Dume, un camino bastante incómodo por el arcén de la carretera sorteando los coches aparcados, hasta que llegamos a una especie de mini centro comercial donde paramos a ver si hay algún sitio con terraza donde podamos tomar una cerveza y comer algo con la perra. Encontramos uno que se llama Savory, que efectivamente tiene terraza y parece bastante pijales. Está bastante matado, con lo que no estamos muy seguros de que nos vayan a atender. Finalmente nos dejan sentarnos con la perra y tienen cerveza (no todos los restaurantes aquí tienen, de hecho, todos los de comida rápida no tienen). Lo que no tienen es la cocina abierta (era tarde, como las 16:00), y eso de poner aceitunas o queso, aquí no saben lo que es. En cualquier caso hay una pizzería para llevar al lado y nos dicen que si queremos que podemos pedir ahí y comer en su terraza, cosa que nos parece muy bien.


Algo más animados tras la parada, las cervecitas y el estómago lleno, seguimos camino a Point Dume que ya parece que está al lado. Efectivamente llegamos a la playa, pero no admiten perros -me cago en los mequetrefes- dudamos si seguir avanzando pero decidimos que no, así que vamos por la carretera que va pegada a la playa, en dirección de retorno. Encontramos una zona, bastante solitaria en la que podemos pasar desapercibidos. Al rato, casi en el atardecer, llega un vigilante de la playa (bastante icónico, por cierto. Jovencito, rubito, con los ojos azules, guapetón y muy majete, vamos que Sandra estaba encantada). Nos dice muy amablemente, que la playa no admite perros, que a él le da igual, porque estamos en una zona en la que no molestamos a nadie, pero que ojo, porque si viene la policía nos pone un paquete, pero que él no cree que vayan a venir a esa hora. Nos dice que tengamos cuidado y se marcha. Como está a punto de anochecer, nos quedamos a ver la puesta de sol, un poco desorientados de cómo de lejos quedamos del coche.
Puesta de sol en Malibú. Como se ve la playa está bastante tranquila en esta zona.


Tras la puesta de sol seguimos la carreterita de la costa y según vamos avanzando me empiezo a preocupar de que esta carretera acabe sin dar acceso a la PCH, donde tenemos el coche. Se nos va a hacer de noche y como tengamos que desandar todo el camino puede ser un bajón importante. Cuando llegamos al acantilado del Point Dume propiamente dicho, nos encontramos un grupo de mediana edad que tras elogiar la belleza de Ada, les pregunto si desde esta posición hay acceso a la US1. Me dicen que por la carretera por la que venimos, pero como en el chiste, les pregunto que si no hay otro camino, que nos interesa seguir la dirección que llevamos, que es en la que tenemos el coche. Nos dicen que hay un camino que sube al acantilado y que luego encontramos una carretera que conduce a la PCH. Uf, ¡menos mal!


El camino del Point Dume no admite perros, pero nos la sopla a estas alturas de la película, estamos en una semi-emergencia. Cuando termina el sendero, efectivamente llegamos a una carretera que parece que va en la dirección que nos interesa, pero en esta parte de la costa, estamos en un cabo, es decir, que la costa se aleja de la carretera, por lo que andamos bastante lejos de la PCH. Preguntamos a una pareja mayor (que están bajando a su perro por otra zona donde no admiten perros, lo cual, qué coño, ¡me parece muy bien!) si vamos bien para coger la 1. Nos dicen que sí, pero que tenemos un paseo todavía... ¡Joder con los mequetrefes, qué lío nos hicieron! Yo estaba casi seguro que la playa de Escondido estaba hacia el otro lado, pero como miré por encima, no me acordaba 100% seguro.


La verdad es que este camino tenía unas vistas preciosas de la costa, pero como estaba bastante agobiado no las disfruté nada. El camino hacia la 1 se nos hizo eterno, y me empezó a entrar un agobio nuevo. Quizá dejaran aparcar de día, pero de noche a lo mejor la grúa empezaba a funcionar, lo cual podía dejarnos en una situación digamos, un poco incómoda.


Por fin llegamos a la PCH, pero a la altura del centro comercial donde habíamos tomado la pizza, es decir nos faltaba un rato para llegar al coche y ya se había hecho de noche. 


Dudamos si coger un autobús que tenía la parada ahí (uno de nosotros, porque íbamos con la perra) y parar en la parada más próxima al coche y así ir a buscar al otro, pero decidimos seguir, porque no sabemos cada cuánto pasa.


Ponemos el móvil con la aplicación de la linterna y seguimos el camino. Ahora sí que está solitario, parece mentira cómo estaba a mediodía.


Cuando llegamos al cruce donde nos habían desviado hacia Point Dume, maldije a los adolescentes que nos dieron tan pésimas indicaciones y más a mí, por haberles hecho caso y por no haber llevado la ruta más preparada. En cualquier caso desde ahí ya estábamos cerca.


Tras el último tramo, de absoluta inquietud pensando en el tema de la grúa, vimos un coche aparcado más o menos donde el nuestro, pero no veíamos el nuestro. Sólo se veía ese coche en el arcén. Cuando ya estábamos encima, vimos nuestro coche justo detrás de este. ¡Hasta el último momento con el corazón encogido!


Al final, final feliz, ¡menos mal! y una nueva lección aprendida. He de reconocer que en esta aventura me acordé varias veces de una que hice con mi buen amigo Javier (Ciper) en la que también nos "cagó el palomo" y se nos hizo de noche en una ruta que aparentemente iba a estar chupada.


¡Cómo disfrutamos del camino de vuelta a casa sentados en nuestro cochecito sanos y salvos tras 20kms recorridos!


Adjunto dejo el enlace a la ruta casi completa (el GPS se quedó sin batería ya en el último tramo de la PCH.

miércoles, 25 de julio de 2012

Un poco de diplomacia

El jueves, día 19 de julio, comienza con un poco de inquietud por la notita de los ladridos de Adita. Como la perra nunca ladra cuando estamos en casa, no sabemos si las quejas son exageradas, o realmente, la perra da mucho el coñazo cuando no estamos. Ante la duda, hay que enfundársela y tratar de tomar medidas.


Tras dejar a Sandra en el cole, me acerco a la caseta del manager de la propiedad, una señora mayor, estilo a la de 'Se ha escrito un crimen' que me recibe muy amablemente. Tras una pequeña charla introductoria en la que me pregunta qué nos trae por las américas y esas cosas, atajamos el problema del 'barking'. Le comento que la perra no ladra cuando estamos en casa, con lo que no podemos regañarla cuando lo hace, lo cual complica un poco la cosa. .. pero bueno, que tenemos un invento revolucionaríiiiisimo que compré la noche anterior cuando vimos la nota y que esperamos que funcione (falso, pero hay que hacer bien el marketing). Saldamos la charla de una forma muy amistosa, disculpándose Miss Murple por no habernos podido avisar en persona, ya que estos asuntos delicadillos no molan notificarlos con una nota. Bueno, una cosa menos, a ver si esta vez es la definitiva... ¡ADA POR FAVOR!


Por la tarde, convencidos de que en la playa de Venice dejan perros (atados), decidimos ir a pasar una tarde playera. Como dice Sandra, la tarde estaba de NO, y según nos estamos introduciendo en la playa (Ada, bastante a regañadientes, por cierto), un amable paisano nos dice que cuidado, que la policía está poniendo multas por la playa. Le decimos todo chulos que en esta playa están permitidos los perros que lo hemos visto en un cartel, pero nos corrige diciendo que están permitidos por el paseo marítimo, pero no en la playa ¡JODER! Tras darle las gracias, confirmamos que efectivamente, tenía razón y que nos ha evitado un nuevo problema. Así que dedicamos la tarde a pasear por el paseo de Venice, que con el perro no mola mucho, porque hay mucha gente y bastantes perros, con lo que no para de dar tirones aleatorios. 


Preguntamos a otro paisano que vemos con un perro si hay alguna playa cerca que admitan perros y nos dice que cerca, lo que se dice cerca, no, pero que a partir del anochecer, la policía es difícil que te ponga una multa, que de hecho es lo que hace él, llevarlo por la noche o antes de amanecer (aquí amanece a las 6:00 o así). Así que le decimos que muchas gracias y que a nosotros casi que nos encaja mejor lo de después de caer el sol, que no somos de mucho madrugar...


Siguiendo el sabio consejo del paisano, cuando cae el sol nos acercamos a la playa, sin idea de bañar a la perra, que ya ha sufrido bastante últimamente con el tema. Tras lanzarnos un nuevo frisbee comprado en el chino, que vuela fatal, la perra logra cazarlo y de nuevo lo rompe a la primera. Fin de la jornada. Cuando nos vamos, vemos un coche de policía que se aproxima a hostigar a unos que estaban debajo de una torre de vigilancia haciendo manitas. Nos hemos librado...


Así acabó el jueves, con aperitivo vespertino y cenita caserita...


El viernes, quedé con Luis, que anda bastante atareado por estas tierras de dios, para jugar al tenis, recordando tiempos pasados. Tras comentar que qué lejos nos hemos tenido que ir para volver a jugar, nos echamos una pachanguita en las pistas del parque de Fox Hills en el día que más calor ha hecho desde que estamos aquí. Así que tras el tenis, decidimos irnos a la piscina de Camelot, que la tenemos bastante infra-aprovechada. Sandra, mientras, en clase. Como somos españoles, no concebimos estar en la piscinita sin una cervecita, así que aunque está prohibido beber y meter cristal, nosotros burlamos ambas reglas y nos llevamos unas Coors fresquitas mientras hablamos de la vida. Eso sí, bebiendo como los borrachos en las películas, con trapos ocultando la botella. No había que esmerarse mucho, porque aun siendo viernes, la piscina está casi vacía. Tras unas horas de charleta en la que ni siquiera comemos, disolvemos la reunión con propósito de repetirla una vez a la semana.


Por la tarde, Sandra viene de su excursión al museo Getty y tras contarme la experiencia (bastante mejor de lo que pensaba), vamos a dar una vuelta a Ada a un sitio que he visto que probablemente podamos soltarla. Así fue, hemos encontrado un sitio tranquilo, muy cuidado, donde por la noche no hay ni cristo, enfrente de unas oficinas, en las que se puede tirar la pelotita a la perra sin riesgo ¡Por fin!


El viernes no dio para más, ya que nos proponemos que el sábado, vamos a intentar hacer una caminatilla y después ir a la playa por Malibú ¿Lo conseguiremos? La respuesta en la siguiente entrada de blog (Una pista: Hay un refrán que dice "Piensa mal y...")


¡Seguimos en infomando!

martes, 24 de julio de 2012

Día del Carmen y Long Beach


Lunes, día 16, el día más importante del año, que es el ¡¡¡¡día del Carmen!!!!

Hay que preparar una felicitación para Chiquiriqui como es debido, así que tiro de los socorridos personajes 3D que hace mi empresa. Como a Chiqui le gusta el osito de peluche, ese es el elegido.

Tras crear y enviar la felicitación por Facebook, como hay clase, después de dejar a Sandra dedico la mañana a hacer recaditos varios, con notable éxito.

El descubrimiento del día, ha sido de nuevo el Big Lots! (el sitio donde compramos el ratón). Tras dedicarle más tiempo, he visto que esta tienda que no tenía mucha idea de cómo catalogarla, merece bastante la pena. En esta ocasión he comprado un HUB USB por 6$ y unos cascos para el MP3 (que se me habían fastidiado) por 5$. Además, he visto que tenían cosas mucho más baratas que en otros sitios, como las especias (aquí carísimas) a 1$ o accesorios para perros.


El lunes, como buen arranque de semana, no da para mucho más.


El martes, lo hemos institucionalizado como el día del cine, entre otras cosas, porque en el centro comercial de al lado de casa que tiene cines (The Promenade se llama) es el día del espectador y cuesta 7$. Seguimos con nuestra política de películas fáciles, para no desmoralizarnos si no entendemos ná, así que esta vez vamos a ver Madagascar 3. La peli, tiene su toque gracioso, como todas las de Dreamworks y además la Jirafa la identifico como la voz de Ross, el de Friends, lo cual demuestra dos cosas: 1) que estamos cogiendo oído para las voces yankees y 2) más importante, que vemos mogollón Friends.

Tras el cine, por supuesto, repetimos Kabuki, que lo cogemos con la hora feliz y las cervezas nos cuestan 2$, y los rolls especiales no pasan de 9$, además están muy buenos. De hecho, cogemos una tarjeta de estas de fidelización, que cuando te gastas 3.000$ te regalan un caramelo de menta.


Al día siguiente, Sandra tiene el día libre de clases, así que decidimos ir a Long Beach, que aparte de que no lo conocemos, nos hemos documentado de que hay una playa, llamada Rosie, en la que se puede ir con perro y además, y esto es noticia, soltarles.


Long Beach nos gusta bastante, tiene un downtown chulo, y tras recuperar el resuello tras casi atropellar a un pirao que se nos cruzó en mitad de la carretera -frenazo quemando neumáticos incluido-, llegamos a la playa en cuestión, que la verdad es que estaba bastante bien.


La experiencia, digamos que fue regularcilla, al menos al principio. Delic-Ada, que sin duda es pariente del cagueta Scooby Doo, ya le ha cogido definitivamente miedo al mar. Eso de ver que esa masa se aproxima y se aleja, no lo termina de asimilar, y como hasta ahora, hemos tenido que hacer las aproximaciones al agua con ella atada, es decir, sin posibilidad de escapar, el miedo que le tiene ha ido in-crescendo.


El hecho es que cuando llegamos a la playa de perros, la perra estaba como loca, lloriqueando, tirando hacia todos lados sin sentido y ladrando y lanzando tarascadas a todos los perros que le pasaban cerca, mejor si son enanos, que le dan más confianza. Vamos que nos costó un rato el poder soltarla, porque no sabíamos la reacción y además estaba provocando un poco de caos en el resto de apacibles perros.


Tras un rato en la playa en la que la perra no ha dejado de tirar en dirección opuesta al mar o lo que es peor, en dirección a la gente que está tranquilamente sentada, con su chiringuito medio montado (con lo cual no la hemos podido soltar), decido que voy a obligarla a bañarse otra vez, a ver si se convence que esto es sólo agua.


Nos metemos los dos juntitos, a la zona que cubre bien -entre otras cosas, porque ahí la perra tira bastante menos- y la perra no para de morder a las olas, con lo que traga un cangilón de agua de mar. Lo siguiente con lo que nos premia es con un surtidor de diarrea, nada más salir del agua. Menos mal que no había nadie cerca. Una vez enterrado el regalo, decidimos atar a la perra e ignorarla un rato. A su vez, una chica muy simpática nos pregunta que si opinamos que puede soltar a su perra, que es la primera vez que va a la playa y que quizá altere a Ada. Nos descojonamos por dentro, y la decimos que por supuesto la suelte, de hecho, Ada ya se ha tranquilizado un poco y la soltamos también. La perra de la chica, que se llamaba Jazz, estaba bastante locuela, y se metía en el agua como perico por su casa, dando unos saltos muy cachondos, pero Ada pese a verlo, ya estaba bloqueada.


Delic-Ada en Long Beach. Tan bonita como coñacito.

Decidimos acabar nuestra experiencia playera del día jugando un poco al frisbee. La perra nos lo captura en uno de los primeros lanzamientos, y como es comprado en el chino, lógicamente, se lo carga.


Ya sin más juegos y sin más paciencia, emprendemos la búsqueda de un sitio con terracita, para ver si comemos algo.


Encontramos un centro comercial (claro) bastante chulo, tras descartar uno anterior por demasiado pijo y caro. Encontramos un sitio con terraza donde podemos atar a Ada a nuestro lado y resulta ser uno restaurante de steaks, el Outback, de esos que no paran de anunciar en la tele y que yo tenía ganas de visitar. Tras darnos un homenajillo de carne -muy buena, por cierto- con Ada de artista invitada, ponemos rumbo a casa.


Como el día iba un poco torcido, cuando llegamos a casa nos encontramos otra nota del manager de Camelot, de que la perra ha vuelto a ladrar y que se han vuelto a quejar de ello, con lo que nos da un poco de bajón vespertino por este tema reincidente.


Decido ir a Big Lots! que había visto un aparato que por lo visto, cuando el perro ladra, emite un sonido de alta frecuencia bastante molesto para ellos, que para los ladridos. Se llama Bark Off. Soy bastante escéptico de que esto funcione, pero bueno, como estamos un poco a la desesperada y es barato 6$), decido comprarlo.


También me bajo alguna aplicación para el i-Pad que en teoría hace lo mismo, para reforzar el tema.


Fin del día. Al día siguiente, toca hablar con la manager del problemilla, ya que en la nota nos ha dicho que le digamos qué pensamos hacer...


¡Seguimos informando!

lunes, 16 de julio de 2012

Visita a San Pedro

El domingo día 15 de julio, decidimos ir a visitar San Pedro, nos han hablado de que hay un mercado de pescado bastante bueno (San Pedro Fish Market), y es un lugar que no conocemos.


Como es habitual, no salimos precisamente temprano, pero bueno, no hay prisa.


Llegamos a San Pedro bastante rápido, hoy los atascos van en sentido contrario y lo primero que nos sorprende es el puente que tiene, un estilillo al Golden Gate. Como vamos a tiro hecho hacia el mercado, vamos a la zona del puerto, que tiene un buen tamaño.


Aparcamos retirándonos un poco para evitarnos el atasco de entrada a la zona turística y de paso, ahorrarnos el parking. Los yankees, con tal de no andar 200 metros, meten el coche hasta el corvejón.


Una vez llegamos a la zona del puerto, vemos que hay mucho ambiente, vamos, que está petado. Pero curiosamente, no hay ni un yankee, sino que está toda la colonia mexicana de USA aquí metida.


Nos damos un paseo en busca del mercado, y cuando lo encontramos, lógicamente, también estaba petado. Había colas hasta para ir al baño (y esto es literal), con lo que abortamos la idea de comprar nada. Sin embargo, vemos que los pescados tienen buena pinta y puede ser un buen sitio para visitar entre semana, ya más tranquilito el tema.
Sandra dando fe de que el sitio andaba petado. A la izquierda, el mostrador de los pescados.
Continuamos el paseo por la zona y nos gusta un mercadillo montado como en un pequeño pueblo denominado Port's O' Call, en el que no compramos nada. Llegamos al final del paseo, que acaba en una mini feria para niños y emprendemos camino de tomar una cervecita acompañada de algún pescado de la zona. 

Los sitios de comer, tienen unos platos de pescado espectaculares, aunque en general nos parecen bastante incómodos, llenos de gente (es domingo) con mesas corridas y con colas en todos los mostradores.

Al final llegamos a uno que tiene una terraza, el San Pedro Marina, bastante grande y no está demasiado lleno (es el último, quizá por eso).

Hacemos una pequeña cola y nos tomamos una Tilapia (pescado desconocido en España) a la brasa que está espectacular, acompañada de unos langostinos con salsa (Prawn fajita) -que no nos gustan mucho- y de una jarrota de cerveza mexicana.
Festín en San Pedro. Sandra muestra la Tilapia.
Aunque el sitio es bastante agradable, estamos 'amenizados' por un cantante que no calla y que tiene puesto el volumen del amplificador a un nivel que hace difícil la conversación. Sandra opina que quizá esto sea lo bueno para algunas familias, llegar a un sitio en el que no haga falta tener una conversación mientras se come... Por lo demás, nos gustó bastante el sitio (parece que el cantante pesao sólo está los domingos).
El brasas en pleno performance
En fin, que tras la comidita fuimos a descansar los oídos dando continuando el paseo, encontrándonos un barco de guerra de estos que habilitan para que los turistas curioseen. Nosotros subimos al barco como Perico por su casa e hicimos unas fotos en él. Sandra, que tiene un poco de alma transgresora, se quería meter en el tour sin pagar, pero uno, que es más prudente, no la secundó el plan. Resulta que ya sin habernos dado cuenta, nos habíamos colado, ya que la entrada al barco no es gratuita...
A bordo del USS Iowa BB-61 (por el morro)
Tras la visita por la patilla al barquito en cuestión, continuamos un poco el paseo, y como no había mucho más que ver nos volvimos a Camelot, previo paso por Ralphs, que nos habíamos quedado sin leche, y aquí abren todo todos los días.

Tras una nueva sesión nocturna de tenis, nos recogimos sin demasiada novedad, tras cena caserita y preparación de la comida para el día siguiente, lunes, que hay clase. Esta vez una tortilla de patata y calabacín, todo un experimento.

domingo, 15 de julio de 2012

¡Llegó el calor!

Llegamos al viernes 13 (¡uuuh que miedo!) de julio, como Sandra no tiene clase, decidimos irnos a triscar un poco algún monte de por aquí.

Como los yankees no ponen fácil el pasear con perro (como ya comenté en una entrada anterior), invertimos un buen rato en buscar dónde podemos ir de entre todos los lugares que admiten perro.

Tras un buen rato delante del ordenador, decidimos ir a Cheeseboro Canyon que dentro de los sitios que admiten perro, parece de los más grandes y no está muy lejos. 


Salimos de casa, con una temperatura agradable, como siempre (unos 70 ºF, que vienen a ser unos 20º), pero según nos vamos acercando al destino, empezamos a notar un calor desconocido hasta ahora.


Cuando llegamos la temperatura está en los 100 ºF (cerca de 40º). Total que según salimos del coche, la perra ya está jadeando que parece una locomotora... malos augurios para este paseo.


Pese a todo lo intentamos, pero como el Google Maps (por segunda vez) nos ha dado mal el lugar de entrada, tenemos que brujulear un poco para situarnos y además no estamos cerca de la zona de servicios del parque. En fin, que hacemos lo que podemos, pero por la salud de Ada, que ya sabemos que no es muy fuerte que digamos, decidimos poner fin a la aventura de forma prematura. Aquí dejo un enlace de la ruta. La perra se bebe todo el agua que llevamos, y menos mal, que si no no llega de vuelta al coche.


Con el plan de ruta abortado, al menos, estamos en una zona bastante chula (Agoura Hills), con lo que decidimos hacer una parada para nuestro aperitivo comida en un sitio que tenga terraza. Encontramos un italiano con terracita (Maria's Italian Kitchen) y tras negociar el que el perro pueda estar con nosotros -al final fuera de la terraza, pero al lado- La experiencia en la terracita, tomando unas cervecitas y una pizza crujiente multi-ingrediente compensa con creces el patinazo de la ruta.


Tras el cafecito en la terraza emprendemos viaje de vuelta, con bastante atasco, pero como vamos sin prisa, los atascos se llevan mejor. Cuando llegamos a casa, la temperatura vuelve a estar a menos de 70º. Joder, ¡si es que nos hemos debido ir al desierto! Aunque estamos cansados del calor,  tras un rato reparador de sofá y TV, decidimos darle caña a las raquetas de tenis.


Bueno, al final el día no ha salido tan torcido pese a todo.


El sábado amanecemos sin prisa (again) y decidimos dedicar lo que queda de mañana a actividades deportivas. Sandra se va a su piscinita y yo que llevo unos días sin correr decido dar una carrerita larga por la zona residencial entre Sepúlveda y Manchester -la que va hacia la playa-, que yo creo que es la que más me mola (hasta el momento).


Tras comida caserita y sanota, por la tarde, decidimos ir a la playa de Venice, para ver si bañamos a Ada, que el otro día, como comenté se cagaba de miedo con las olas. Lógicamente, su segundo encuentro con el mar, es similar, pero esta vez llevo bañador, y la voy a obligar.


Así que ataviado de la correa y buenos tirones, meto a la perra en el agua, de forma sucesiva, de tal forma que la última vez, ya tiene que nadar. Yo creo que le está perdiendo el miedo, pero la verdad es que las olas aquí imponen bastante (y más si no sabes de qué va esto).


Este fue el penúltimo intento. Los ojos de Ada no son de poseída (aunque lo estaba), es que con el flash salen así.
La verdad es que la tarde playera estuvo muy divertida, con los baños de la perra (yo por cierto, al final también me bañé también, ya sin la camiseta de dominguer), la puesta de sol y un mini rato de jugar a las palas.


Sandra&Sunset

Se nos hizo de noche, y mientras la gente estaba emperifollada para disfrutar el saturday night, nosotros, emprendíamos camino a casa llenos de arena, algo mojados y con un poco de frío.


Cenita caserita de megatortilla al estilo americano y nos dormimos viendo una peli de Stephen King de una invasión alienígena (Dreamcatcher). Sandra que es un poco cagueta ha pasado una noche un poco regular... ;-)

jueves, 12 de julio de 2012

Puesta al día

Llegamos al día 11 de julio, día en el que nos comunican que no vamos a tener agua caliente hasta las 16:00, con lo que en principio, decidimos suspender nuestra sesión matinal de tenis, que ducharse con agua fría a las 10:00 de la mañana no nos apetece mucho.


Una vez llevo a Sandra a su colegio, me dedico a intentar ponerme al día con el blog, y además, como es el cumpleaños de Sergio, dedico algún tiempo a hacer chuminadas para felicitarle. Además, así, hago un poco de publicidad de los productos de mi empresa.


Por la tarde, voy a buscar a Sandra y vamos a Sprouts a comprar algunas verduritas que se nos están acabando. Definitivamente este sitio está muy bien para comprar frescos, pero para el resto de cosas pincha.


Por la tarde, ya con el agua caliente en funcionamiento nos damos una sesión de tenis y una de gimnasio antes de tomar el aperitivo vespertino caserito.


Y con esto llego por fin a ponerme al día con el blog, que era también uno de los objetivos de este viaje, ya que en el día de hoy no tengo mucho que contar excepto que he dedicado horas y horas a actualizarlo.


Es por la noche ya y probablemente me de una carrerita corta, quizá dando unas vueltas al parque y quizá luego, vayamos a tomar una cervecita al Tattle Tale que hace unos días que no vamos y lo tenemos un poco abandonado. También tengo que reponer mis cascos, que se me han fastidiado y se oyen muy bajito, sobre todo después de compararlos con los de Sandra.


Seguiremos informando de nuestras aventuras, y también quiero hacer un par de monográficos sobre el tráfico y sobre la fauna.


¡Seguimos en contacto!

Otro cine y un japonés

Tras el sábado, lógicamente vino el domingo, día 8, que después de los tres días anteriores de correr el tacón fue bastante caserito.


Me dí una carrerita por una zona residencial que tenemos relativamente cerca de casa, y que da juego para correr por zonas tranquilas sin irse lejos. Eso sí, las cuestas, omnipresentes. Aquí dejo el enlace que la ilustra.


Tras la carrera, comemos en casita y no lo dije antes, pero el día de Malibú, perdí mis gafas de sol, supongo que alguna rama me rozaría la cabeza y me tiraría las gafas sin que me diera cuenta (no las tenía puestas, para los que estén pensando que hay que ser gili para perder las gafas y no darse cuenta inmediatamente, cuando uno nota cierta 'claridad' de más que no había el momento justamente anterior). Por suerte, las gafas eran de Decathlon, por lo que no perdí ninguna joya. Esto viene a cuento de que por la tarde fuimos a comprar otras. La TV, nos mostró un anunció de gafas baratas que tenían buena llamadas Foster Grant. Buscando en la web, vimos que en el Target, del centro comercial de al lado, las tenían, así que allí que nos dirigimos. Al final, no compramos unas Foster Grant, pero bueno, nos hizo el servicio de encaminarnos a un sitio con gafas baratas. Tema solucionado.


Luego un poco de compra de fruta en Sprouts y a casita.


Esa noche vimos en la tele la película 'Luz de gas', que efectivamente da todo el sentido al dicho.


Así llegamos al lunes, donde de nuevo jugamos al tenis, de 9 a 10 y en el que Sandra empieza a mejorar notablemente.


Luego, momento chofer y de nuevo momento Big 5, esta vez voy a comprar unas palas de playa y algunas bolas más de tenis, que he visto que es el sitio más barato para comprarlas. Bueno, ya tenemos también palas de playa. Hay que practicar los deportes de raqueta en todas sus modalidades. Al fin también me compro aquí unos calcetines de tenis, ya que no he encontrado en ningún sitio ninguno que me termine de convencer.


Después de esto, me acerco a un Marshalls que tenemos en un minicentro comercial que tenemos al lado de casa. Este día hizo mucho calor jugando al tenis y me planteo comprarme una camiseta jincha de tirantes. El sitio no está mal, aunque no encuentro camisetas de tirantes, si veo bastantes camisetas molonas muy baratas, y cosas impensables como auriculares o ratones de ordenador. Yo pensaba que esto era una tienda de ropa... En fin, que no me compro nada y me voy 'pa' casa.


Por la tarde, después de recoger a Sandra, nos damos un paseito con Ada por la zona y aprovecho para comprar pastillas de leche de burra en el CVS y para presentarle formalmente el Marshalls a Sandra. Como la perra está ladrando al personal que está pasando a su lado en la calle, decidimos dar por finalizado el paseo vespertino y poner fin al día con cena casera y un poco de TV.


El martes, día 9, repetimos tenis matinal y decidimos darnos nuestra segunda sesión de cine. Esta vez vamos a ver Spider-Man, la nueva versión que a mí me extrañaba bastante, ya que no hace tanto que iniciaron la anterior con Tobey McGuire. Todavía no queremos meternos con películas de tramas complicadas o grandes diálogos, porque nos vamos a perder y a frustrar.


La peli nos mola bastante, pero todavía no consigo entender todos los diálogos, lo cual me frustra un poco. Paciencia y perseverancia... Yo que soy un purista, detecto fallos respecto al Spider-Man de los comics, aunque en general, esta nueva versión, nos gusta más que la anterior. La película es en general más ágil.


Después de la peli, Sandra que tiene mono de japonés, estuvo investigando y resulta que en ese centro comercial hay uno que parece molón. Se llama Kabuki y encima lo pillamos con la hora feliz. Total que cena muy rica y a un precio de risa. Buena experiencia.


Tras la cena, a casita, que la tarde ya dio bastante de sí.



Russian Connection

¡Seguimos avanzando! 


Estamos a sábado, 6 de julio, tal día como hoy alquilamos el coche y nos toca ir a renovar el contrato, que se hace mensualmente.


Hacemos una lista de todos los pequeños fallos que nos está dando la carroza, pero en general estamos muy contentos con él y también con el rent a car donde lo hemos alquilado (Arrow)


Como tienen que revisar y arreglar algunas cosillas que les hemos dicho, estamos un buen rato allí, aprovechando para coleguear un poco con ellos, y hablar del sistema sanitario y el de desempleo en USA, Canadá y España (de momento).


Después, habíamos medio quedado con los rusos en ir a Laguna Beach si nos cuadraba a todos.


Así fue, así que emprendimos el viaje de unas 90 millas, con la errónea decisión de ir los cuatro en su coche, un Ford Mustang descapotable, tan molón como incómodo para ir más de dos.


Así que el viaje se nos hizo un poco largo, y eso que yo iba delante, pero con el asiento comprimido para que cupiera la rusa (Lina) en la parte de atrás.


Finalmente llegamos, tras hablar un poco de música, de cóckteles y de otros temas varios.


Como nuestros amigos rusos son un poco alternativos, y en Laguna Beach hay una feria de artistas, gastamos las primeras horas en visitarla. A mi, se me hizo un poco largo, pero bueno, al final, Sandra y yo estuvimos pintando monas con una gente muy simpática. Adjunto el resultado de nuestras obras de arte.
Estaba claro que la cabra tira al monte...
Tras la visita cultural, nos damos una vuelta por el paseo marítimo de Laguna Beach que nos parece muy bonito, pero muuuuy largo, con lo que cogemos un autobús gratuito para recorrerlo, hasta que llegamos a una playa muy chula a ver la puesta de sol.
Sandra posando en la puesta de sol de Laguna Beach.
Tras la puesta de sol, ponemos rumbo de vuelta cogiendo de nuevo el autobús gratuito y cenamos en un sitio que habían recomendado a Vlad, un colega trotamundos que tiene que actualmente anda por Las Vegas (cree), denominado Big Fish and cold ice beer. Con ese nombre ya tenía mucho ganado.

Cenamos relativamente bien, unos pescaditos (cosa que como he comentado aquí no es habitual) y a un precio más o menos adecuado, mientras Vlad, que es bastante hablador, nos cuenta que no quieren volver a Rusia mientras esté Putin, que ha hecho pucherazo en las últimas elecciones y hay una corrupción en el país que te cagas. Nosotros decimos que en España de corrupción sabemos -por desgracia- bastante, pero de momento al pucherazo no llegamos.

Tras la cena, viaje (incómodo) de vuelta en la que Vlad se salta un peaje por despiste (uyuyuy) metiéndose por la zona de los abonados y fin del día.


¡Qué difícil se lo ponen a los perros!

Llegamos al 6 de julio, viernes. Hoy Sandra no tiene clase, y hemos planificado una ruta con Ada por un parque llamado Leo Carrillo, que está por Malibú, además, en la playa que pertenece al parque admiten perros, con lo que tenemos un día perruno completo.


Cuando llegamos nos dicen que las rutas del parque NO ADMITEN PERROS. ¡Pero esto es lo nunca visto!¡Que los perros no puedan pasear por el monte!¡Además en la web, dice que sí que están permitidos! En fin, estas son las cosas que NO MOLAN de los yankees. Regulan demasiado. Bueno, más o menos nos indican dónde podemos encontrar un lugar próximo donde permitan pasear con perro (siempre atado, claro), pero como no tenemos ni papa de la zona, sólo nos enteramos que tenemos que ir a unas seis millas, llegar a Neptuno (sí, Atléticos) y por ahí está el parque que admite perros, denominado Circle X Ranch. Lo peor, es que no nos han dado mapa de donde está, y sólo tenemos una vaga idea de cómo llegar.


En fin que nos ponemos en marcha, un poco contrariados, y tras conducir más de seis millas, no hay ni rastro de Neptuno. Nos perdemos un poco por una zona bastante fea, y decidimos dar la vuelta, que hemos visto que estamos por otro parque, más grande que el de Leo Carrillo, con el curioso nombre de  Point Mugu. Sospechamos que quizá dentro de éste se encuentre el circle X Ranch. Una vez dentro, vemos que TAMPOCO aquí permiten que los perros vayan por los senderos, argumentando que pueden asustar a la fauna autóctona y memeces similares.

Continuamos deshaciendo camino y ¡eh, eh, eh!, encontramos Neptune, que resulta no ser una calle o carretera, sino un restaurante como de moteros. Como se nos ha hecho un poco tarde, decidimos tomarnos una cerveza antes de seguir buscando el Rancho en cuestión. Preguntamos al camarero, y nos dice que efectivamente, justo detrás del restaurante, está la carretera que lleva a Circle X, y que está a unas 10 millas. Bueno, ya la cerveza nos sabe más rica y tras dar de beber a la perra emprendemos de nuevo el camino

Tras conducir por una carretera de puerto, yo creo que menos de 10 millas, por fin encontramos el Circle X de los huevs, donde vemos muy poca actividad. No me extraña por otro lado, esto está un poco en el culo de Malibu, que es el único sitio donde los perros no deben perturbar a la fauna local, o que la fauna local no tiene valor para ellos.


El hecho que unas horas después de lo previsto y con bastante calor, emprendemos una ruta por esta zona de montañas. La perra, por supuesto, tiene que ir atada, pero como no hay ni dios, decido soltarla que ya debe andar hartita de estar atada la pobre.


Adjunto la ruta para posteridad, que al final resultó ser moderadamente bonita y muy entretenida, ya que acababa en una gruta (curiosa palabra en inglés 'grotto', hasta ese día desconocida) y resultó ser un poco difícil de transitar por que había que ir haciendo el cabra sorteando rocas. Varias veces tuvimos que coger a delic-Ada para que pudiera avanzar entre las rocas. También he de decir que en un momento dado nos desviamos del sendero y en ese desvío también tuvimos nuestra ración de cabra montesa. La rodilla de Sandra no se resintió pese a que la pusimos en buena prueba.


Ilustro la excursión con una foto del final del recorrido: ¡The Grotto!
Aquí estamos los tres mosqueteros en el final del sendero que nos llevó a esta gruta, donde Ada, se bañó, por cierto
Tras la aventura campestre, vuelta a casa y ducha bien merecida tras día de carretera, sudor y arrastramientos de culo por las rocas.



Tenis y vida social

Bueno, menudo atracón de escribir que llevo hoy, y todo por quedarme atrasaaaaaado en contar las cosas que nos pasan por aquí. 

En fin, que llegamos al 5 de junio, es decir el primer día del comienzo del segundo mes aquí... ¡oooooh!

Este día, Sandra comienza con su horario normal, es decir, a las 11h, con lo que nos levantamos pronto con la idea de jugar al tenis (de verdad) de 9 a 10. Esta vez lo conseguimos, arrancamos la temporada de tenis con buenas sensaciones, de la pista, de las raquetas, de las pelotas, de la camiseta que me compré en Ross... ¡de todo! Eso sí, noto que el grip de la mía, hay que cambiarlo, porque se está deshaciendo, probablemente se haya resecado de no usarla. Ya tengo tarea nueva.

Tras la premier tenística, dejo a Sandra en su colleague y aprovecho el camino de vuelta para pasarme por el Ralphs que hay enfrente de su colegio y luego, de nuevo por el Big 5, esta vez para cambiar el grip de la raqueta. Mi atracción hacia las tiendas de deporte es evidente y empezaba a notar un poco de síndrome de abstinencia...

En realidad, los jueves, Sandra tiene actividades extraescolares, y esta vez decido unirme a su grupo, que ese día tiene previsto dar una vuelta en bici por Venice, a eso de las 13:00. Así que tras cambiar el grip de la raqueta y dejar la compra, vuelvo a su cole, donde nos dirigimos hacia Venice con una japonesa de su clase, muy graciosa.

Comemos en un italiano en Venice, que está bastante bien, pero no me llego a sentir del todo cómodo, porque la profesora del curso, al fin y al cabo utiliza el día como una clase más, y yo me siento un poco fuera de juego. Tras la comida, unas fotos y nos dirigimos por fin a alquilar las bicis.

Aquí tenemos la clase de Sandra al completo, bueno no, creo que falta un francés y un japonés que por lo visto pasan bastante de todo...
La jornada en bici es un poco chiste, somos muchos, y además, la chica etiope (a la izquierda de Sandra en la foto) resulta que no sabe montar en bici, con lo que le dan una especie de triciclo que no hay dios que mueva, con lo que el ritmo medio que cogemos es el de la abuela que va a visitar el centro de salud. Ilustro lo que digo compartiendo la ruta aquí.

En cualquier caso, lo pasamos bien y hacemos migas con la pareja de rusos (los dos de la derecha de la foto). Nos quedamos con ellos dando una vuelta por los canales de Venice, cuando finaliza la actividad y el resto de la gente se va. 

Los canales de Venice. Bueno, uno de ellos.
Despúes nos tomamos una cervecita con ellos en un bar desde que se ve muy bien la puesta de sol, y emprendemos camino a casa, que Ada ya debe estar cruzando las patas...

¡Fin del día y ya hemos hecho un poco de vida social!

Independence Day

Ya paso de decir, que voy a ser conciso, luego no lo soy.

Esta entrada corresponde a los días 3 y 4 de julio, éste último como todo el mundo sabe, aunque sea por la peli de Tom Cruise o por la de Will Smith, día de la independencia de EE. UU. del colonialismo británico.

El día 3, martes, estrenamos las raquetas. Enfrente de casa, en el parque de Fox Hills tenemos 3 pistas de tenis y cuatro de gili-mini-tenis, que son gratis, luz incluida. Acojonante que nuestros tenistas sean mejores que los de aquí, con lo difícil y caro que lo tenemos en España para jugar al tenis. El hecho es que cuando bajamos, están ocupadas las tres pistas de tenis, y nos tenemos que meter en una de gilitenis, al menos para estrenar las raquetas y que nos sirva un poco de metadona.

Aquí, no sé si lo he comentado antes, no existe el pádel (buena oportunidad de negocio el introducirlo), sino una especie de cancha mini de tenis, en la que muchos juegan con raquetas de pádel, pero que parece que se juega con unas raquetas ridículas de madera, similares a las palas de playa. No se juega con las paredes (no tiene de hecho), sino que es una mezcla de tenis y ping-pong. Como el juego es una gilipollez, no lo juega ni Cristo y las canchas suelen estar vacías, excepto en la playa de Venice (donde también hay) y que yo creo que están llenas porque esa zona es un hormiguero de gente.

El hecho es que estrenamos las raquetas jugando un rato en la mini cancha y decidimos empezar una rutina de jugar de 9 a 10 los días de clase, ya que el horario de Sandra habitual será de 11 a 16h. La experiencia de jugar ahí, es buena, por el hecho de ser el estreno de las raquetas, pero a partir de aquí, intentaremos no repetirla. Aún así, no sé cómo, hemos sudado un poco en la pista de Pin y Pon.

Tras la experiencia placebo, acerco a Sandra a sus clases y después aprovecho para pasar el aspirador al coche que está lleno de pelos de Delic-Ada y a echar gasolina. Luego me acerco a Trader's Joe, aunque compro poca cosa.

Por la tarde, decidimos ir a visitar el bar que tenemos más cercano, en el mall de Westfield, el BJ's (para nuestros amigos de Cantabria, no, no es una sucursal del que hay en Comillas). El lugar es muy grande, y la barra está petada, con lo que nos tienen que sentar en una mesa para tomar nuestras cervecitas del aperitivo vespertino. El lugar no nos gusta mucho, ya que nos recuerda a un VIPS, y de todos es sabido que este sitio no es el preferido para tomar una cerveza. Así que, otro lugar que conocemos, y otro lugar que descartamos.

Previamente, hemos ido al DVD-club y hemos cogido Batman Begins (no la idiotez que hizo Tim Burton con Michael Keaton subido en unas calzas y relleno de gomaespuma para poder interpretar el papel con dignidad), ya que están a punto de estrenar la tercera parte y Sandra no ha visto las dos anteriores. Tras ver la peli, damos por finalizado el día.

Y llega el 4 de julio (día de fiesta nacional, claro) que comienza dando pruebas de lo pequeño que es el mundo, y más ahora que está globalizado. Resulta que nuestro casero, que tiene una empresa de internet, ha estado en España y ha conocido a mi amiga Estela, en una presentación de su producto y su posible uso para las TV. De risa.

Tras la anécdota, para celebrar el día, me propongo llegar a la playa corriendo, con lo que quedo con Sandra allí para que me venga a buscar que hoy no tiene clase. Aquí coloco el enlace de la carrera, que la verdad es que me gustó mucho. No sólo no tuve que cruzar apenas calles grandes, sino que además el acabar en la playa me dió muy buen rollo. Además, este día me llevé el bañador en la mano y cuando acabé la carrera, por fin, me dí un bañito en la playa, ¡el primero de este viaje! Aunque la experiencia de bañarse en el Pacífico, pese a lo que parece en las pelis, no es la mejor del mundo (el agua está bastante fría, suele estar muy batida con la arena, y además lo normal es que haya algas), este día me resultó muy molona. Hacía muy bueno tenía calor y la satisfacción de haber cumplido este retillo. Por cierto, la llegada a la playa es bastante dura, ya que justo antes de llegar, hay un monte que no hay dios que evite, ya que cuando acaba el monte comienzan los terrenos del aeropuerto, que están vallados. Así que si quieres llegar a la playa del rey, tienes que subirte una buena cuesta antes.

Tras el baño, me voy al punto de encuentro con Sandra, momento en el que un policía nos llama la atención porque hemos parado (exclusivamente para recogerme) en una zona en la que no se puede parar. Qué pejigueritos son estos yankees...

En fin, que llegamos a la tarde del gran día para ellos. He de decir que en mi carrera matinal he visto una notable actividad en las zonas residenciales, que no se ven otros días de fiesta. La gente se junta para hacer barbacoas, e incluso, he visto varias calles cortadas como para hacer pequeños desfiles vecinales.

Tras habernos ilustrado sobre qué hacer en la tarde del 4 de julio, parece que aquí lo normal es juntarse en algún lugar para ver los fuegos artificiales que preparan para la ocasión. Decidimos ir a un sitio de playa, que lucirán y molarán más, así que nos dirigimos (bastante tarde) a la zona de Marina del Rey, en concreto al Burton Chace Park. Los yankees hacen de ver los fuegos un plan de toda la tarde y en todas partes recomiendan que tengas el coche aparcado a las 18:00 (los fuegos empiezan a las 21:00) que los parkings se llenan. Nosotros como buenos españoles, salimos de casa alrededor de las 20:00, eso sí, con la intención de no aparcar muy cerca, por la evidente imposibilidad y para no quedarnos atrapados en el tráfico cuando acaben los fuegos.

Así que ataviados con nuestros adornos comprados en el chino, consistentes en sendas cintas del pelo, una bandera para poner en la ventanilla del coche (esto me evoca directamente a mi padre, emprendedor incansable que ya hace años trató de introducir esta idea en España, pero se encontró con mentes rígidas que no confiaron en ella) y un par de chapas. La verdad es que la bandera no la pudimos poner en el coche porque tiene esas extrañas piezas cortaviento en las ventanillas que no nos permitían colocarla, pero bueno, la llevamos en la mano...

Llegamos al mogollón con calles cortadas, parkings petados y comenzamos a callejear por zonas residenciales un poco alejadas del epicentro pirotécnico. Aparcamos como a las 20:20 en la calle Hager, que lo detallo aquí, porque a ambos nos recordó a mi cuñado (Hagencito, ¡ahí queda eso!). La verdad es que estábamos muy contentos de haber conseguido tener solucionado el tema en poco más de 20 minutos, cuando la peña estaba posicionándose desde hacía horas. Para llegar al parque comenzamos a seguir a dos señoras (tipo las chicas de oro) muy resueltas, que caminaban a buen paso con sus respectivas zapatillas de deporte de alta gama, y que indudablemente, nos iban a llevar al mejor sitio posible para ver los fuegos.

Esta foto ilustra nuestras andanzas del 4J, banderita incluida
Una vez en el parque cogimos un sitio decente, y nos dispusimos a ver los fuegos. El parque la verdad es que estaba bastante lleno, pero la gente cogía el sitio en el césped, con sus mantitas y demás (a veces en sitios pésimos, con árboles delante), pero las avenidas, estaban con bastante sitio. Decidimos ver los fuegos de pie, que la verdad es que se veían mejor y tampoco (en nuestro caso) iba a ser tanto tiempo. 

Tras hacernos unas fotitos y algún vídeo, vimos los fuegos, que por cierto, estuvieron bien, pero están todavía lejos de la calidad que tienen los nuestros. Acabada la fiesta, nos volvemos andandito hasta el coche, mientras vemos los monumentales atascos que se están formando y desde nuestra querida calle Hager, emprendemos el camino a casa sin ninguna retención. Spanish power!

Fin del 4 de julio, mi segundo en EE. UU. (el primero fue en el 93, con mi cousin Arturo, aquella vez en Miami acompañados de la familia de mi madre que vive allí, a la que siempre estaré agradecido por su hospitalidad, por cierto).









Comienza el cole (Sandra)

Tras las dos últimas entradas, que me colocan en el día 2 de julio, y teniendo en cuenta que estamos a 12, voy a intentar ser sintétic como el poliéster, a ver si me pongo al día con un par de entradas más.

Tras el triunfo de España, llegó el lunes, día en el que Sandra empieza su curso, y en teoría yo voy a tener tiempo para en paralelo, ir haciendo mis cosas. Adelanto que de momento, este tiempo no lo he encontrado, pero confío en hacerlo la semana que viene...

Mi temporada de Fermín (nombre del chófer por autonomasia), por tanto comienza, pero antes, tenemos que ir a un Office Depot, igualito de los que hay en España, para como buena colegial, Sandra se compre un cuadernito y algún boli.

Tras dejar a la princesa en su cole (WLAC), decido ir a visitar una tienda de deportes que me ha recomendado Luis (Big 5), para ver si compro algunas pelotas de tenis y de paso unos calcetines, que tengo pocos. Hay una cerca de Camelot y del colegio. La verdad es que nuestro querido gabacho Decathlon le da cien mil vueltas a esta cadena, pero bueno, compro unas pelotas de tenis Penn (muy baratas, por cierto, 2,49$ tres) y no compro los calcetines porque me parecen muy caros. Ahora sí que sí, ¡estamos preparados para comenzar nuestra temporada de tenis!

Al llegar a casa, hago el ejercicio de listening con la TV (es una maravilla ver la tele durante horas y que resulte provechoso, aunque sea viendo anuncios). Además, consigo el gran avance de encontrar los subtítulos (en inglés), que son una herramienta cojonuda para coger vocabulario y entender al 100%. El problema es que cuando pones los subtítulos, no paras de leerlos, con lo que no te concentras en lo que dicen. Moraleja, a veces hay que ponerlos y a veces hay que quitarlos.

Sandra sale a las 18:00 estos dos primeros días, pero con tanta tribulación televisiva, y tras hacerme la comidita Rodríguez de turno, ya se ha hecho la hora. Como hoy hay que llevar a Ada a la revisión de su moflete, la subo en el coche y vamos juntitos a buscar a la niña. He de decir que estas dos últimas semanas, la perra se ha enamorado un poco de mi (creo) ya que he tenido que estar 30 minutos al día frotándole el carrillo con una toalla con agua caliente para que la herida terminase de drenar, y que quieras que no, eso une. Tras visitar a nuestro ya entrañable veterinario, nos dice que la perra ya está bien, que no hay que hacerle nada más, con lo que la alegría que nos produce es mayúscula. Ada está curada. Tres palabras que parecía que nunca iban a estar juntas. La verdad es que ya le había cogido cariño a nuestro peculiar Dr. Girgis, y hasta me da un poco de pena el (en principio) no verle más. Se me quita en seguida, pensando en lo que va a descansar mi bolsillo, y además toco madera para que delic-Ada no me dé motivos para visitarle de nuevo.

Como estamos enfrente del DVD-club, decidimos coger una peli, en concreto la de Capitán América, que es la única de Marvel que no he visto, así que allá que vamos a ver a nuestro desconfiado oriental. Al vernos nos felicita efusivamente (gran afición al fútbol en Asia) y tras una corta charla de fútbol y de lo bien que juega España (se ha visto el partido dos veces el tío, cosa que yo no he hecho), cogemos la peli y nos dirigimos a una tienda de todo a 99 centavos que hemos visto, para comprar algunas cosas para hacer el chorra el 4 de julio, que se aproxima.

La tienda, resulta ser un chino, que aquí, por cierto no se prodigan, con lo que ya hemos encontrado lo único que nos faltaba, la tienda de mierdas que solucionan muy bien algunas situaciones (desde luego, no compres herramientas aquí). Compramos unas chuminadas para celebrar el día de la independencia que se avecina, y algunas cosas más que en otros sitios nos habían parecido muy caras, como pinzas de la ropa (que vamos a utilizar para mantener cerradas las cosas de cocina -café, arroz, pan de molde-, ya que para la ropa no, que tenemos la secadora comunal), una piedra para afilar (que ya se está deshaciendo, por cierto), un pelador (el que compré en Walmart ha resultado ser pésimo, peor que el de los chinos) y alguna mierdecilla más.

Tras la visita al mega-chino, volvemos a casa y vemos la peli. Psé. Nunca el Capitán América ha sido de mis preferidos y por tanto tampoco la peli. Super-héroe sobrevalorado, como Torres en España...